viernes, 16 de marzo de 2012

Esas madres que "regalan" a sus hijos



Hace un par de días recibí un mensaje por FB de una mujer adoptada (adoptada o apropiada, en realidad, no lo sé) en el que me daba su visión respecto de sus progenitores. Me decía en ese mail que ella no quería buscar porque sus padres biológicos para ella estaban muertos, que si alguien da a un hijo en adopción es porque no quiere ocuparse de él, que no se puede vivir en el pasado, que muchas veces las madres que regalan a sus hijos se sienten víctimas pero no pasaron el trabajo de criarlos, que ella ni loca buscaría…

Adiviné en sus palabras mucha bronca hacia quienes le dieron la vida, y también dolor.

Quiero decir en esta entrada que yo no soy una defensora acérrima de las madres biológicas.

Que sé que hay mujeres incapaces de maternar, que no podrían hacerse cargo de un hijo, que no podrían darle el amor ni la atención que un hijo se merece y necesita para tener una vida feliz.

Que sé que hay mujeres que no están bien psicológicamente para enfrentar el desafío que implica tener un bebé y criarlo. Que hasta hay situaciones en que no pueden conectarse con ese hijo que crece en la panza. Que aborrezco y me da horror escuchar casos de maltrato por parte de los progenitores (que hasta pueden derivar en un un abandono despiadado o en un infanticidio). Que estoy a favor de la adopción y creo que sus mecanismos deberían aceitarse de tal forma que ningún niño o niña tenga que pasar días/meses/años de su vida esperando tener una familia… A favor de la adopción y del respeto por la información que hace a su identidad de origen. Siempre.


Sé de esas mujeres y también sé de las otras.

Las que no querían dar a sus hijos pero tuvieron que hacerlo por estar en un contexto y en un tiempo social determinado. Por ser jóvenes. Por estar solas. Por padres que no las comprendieron. Por ser pobres. Por médicos, parteras, asistentes sociales, amigos, parientes que las indujeron o convencieron de que eso era lo mejor para el bebé, el acto de amor más grande (y luego les dieron la espalda). Las que no tuvieron tiempo ni claridad suficiente para decidir (porque todo se definió a los apurones, para que no se sepa, para que no se note).

De las otras, las que con poca edad o sin contención llegaron a la sala de partos y salieron sin panza y sin hijo porque les dijeron que había muerto.

Todas ellas llevan consigo una herida difícil de sanar… se preguntan dónde están sus hijos. Se preguntan por qué pasó lo que pasó. Y están ahí, a un costado. Sintiendo que no deben molestar. Siguen calladas, siguen en silencio. Por esas sí alzo la voz, porque no tienen voz.

Quiero compartir un artículo que me pareció muy bueno sobre las madres biológicas. Lo escribió Maite Cortés, Española y madre adoptiva, luego de conocer y hablar con muchas mujeres en esta situación: http://blog.postadopcion.org/2009/04/26/el-dolor-de-las-madres-biologicas/.

No, no soy su defensora. Pero sí trato de comprender.

Porque comprenderlas es comprender mi propia historia. Por qué estoy dónde estoy, cuál es el sentido.

Si algún día llegara a encontrar a mi madre biológica, si ella me diera las respuestas, recién en ese momento me atrevería a decir qué pienso y qué siento con respecto a mi verdad. Mientras tanto… trato de no hacer juicios de valor.

Y espero… con el corazón abierto.