miércoles, 16 de enero de 2013

Lecturas




Y este 2013 comenzó con mucha lectura y reflexión. Estoy convencida de que leer, escribir, trasladar lo que sentimos al papel o a través de  cualquier medio artístico que nos haga vibrar ayuda a sanar. 
El arte en cualquiera de sus formas puede ser una terapia muy valiosa.
He leído dos libros últimamente: una novela llamada ¨Marcas de nacimiento¨de Nancy Huston. Es una novela por momentos violenta, dura, que me provocó algo de rechazo en un inicio (detesto la agresividad, me hace mal) pero luego se tornó interesante. En ella, uno de los personajes es ¨adoptado¨ en la época del nazismo y la novela transita también la búsqueda de identidad de sus descendientes, los vínculos familiares, la reacción del personaje ante la verdad...   
El segundo es la autobiografía de la reconocida escritora Jeanette Winterson, ¨Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?¨. Relata las vivencias de la autora respecto a su adopción, a su madre de crianza a quien padeció durante su infancia por ser por momentos muy cruel y cómo logró reescribir su historia a través de los libros, de su pasión. Resiliencia. 
Además, manifiesta cómo a veces la búsqueda y el encuentro con la familia biológica no es tampoco el fin de la angustia por lo que faltó ni el inicio de una historia rosa. Vamos haciendo la historia día a día. Con lo que no pudo ser y con lo que es.
Transcribo a continuación un párrafo que me gustó mucho de este libro:


¨Los niños adoptados nos autoinventamos porque no tenemos otra salida; hay una ausencia, un vacío, un signo de interrogación justo al principio de nuestras vidas. Una parte crucial se ha ido, y de forma violenta, como una bomba en el útero materno.
El bebé explota a un mundo desconocido que solo puede asimilar a través de algo parecido a un relato -por supuesto, todos vivimos así, es la narrativa de nuestras vidas-, pero la adopción te hace caer en la historia después de que haya empezado. Es como leer un libro al que le faltan las primeras páginas. Es como llegar cuando ya se ha abierto el telón. La sensación de que falta algo no te abandona nunca, jamás; y ni puede ni debe hacerlo, porque falta algo.
Eso no tiene por qué ser negativo. La parte perdida, el pasado perdido puede ser una apertura, no un vacìo. Puede ser una entrada tanto como una salida. Es el registro fósil, la impronta de otra vida, y aunque jamás podrás tener esa vida, tus dedos surcan el espacio que aquella debería haber ocupado, y tus dedos aprenden una especie de Braille.
Hay unas marcas aquí, abultadas como cicatrices. Léelas. Lee el dolor. Reescríbelas. Reescribe el dolor.¨  

Y en eso estoy... reescribiendolas.