Uyyy cuánto hace que no paso por aquí... Desde que tenía 38 :) ahora ya estoy en los 39. Mi búsqueda sigue... con días más esperanzados que otros, con emociones que fluctúan, pero con la necesidad siempre presente de saber, de encontrar la verdad sobre mi origen.
Les dejo hoy una traducción de una partecita del libro de David Brodzinsky, Being Adopted.
A los que deseen pueden también encontrarme en Facebook donde actualizo con más frecuencia e intercambiamos lo que nos pasa en este camino (aquí en el blog pueden encontrar el link a la página de fb)
Gracias a todos los que pasan por este espacio, leen y se toman un tiempito para comentar!!
"Pérdidas en la adopción.
Sarah era una muchacha de 17 años, bien adaptada y perfectamente feliz que había sido adoptada cuando era un bebé. Siempre supo que era adoptada, y siempre se sintió cómoda y amó a su familia adoptiva. Sin embargo, Sarah tenía una sensación vaga de añoranza, un sentimiento similar a las sensaciones que hemos escuchado describir a cientos de otros pacientes y conocidos de adoptados.
“Algunas veces me siento incompleta”, contó Sarah. “Necesito saber más: Por qué sucedió? Cómo es ella físicamente? Quién es mi padre biológico? Cuánto más crezco más importante se vuelve saber. Es bastante frustrante a veces ser adoptado”.
No hay nada anormal o inesperado en la frustración de Sarah. El proceso que respalda sus sentimientos se debe en gran parte al duelo por los padres por los que aún ella se pregunta. Ese duelo es, esencialmente, lo que vemos sucede en la mayoría de las personas adoptadas que, como Sarah, atraviesan ese escenario difícil en el desarrollo psicológico. De hecho, creemos que aquello que muchas veces se ha considerado como un comportamiento patológico en el adoptado no es mucho más que la manifestación no reconocida de un proceso de duelo adaptativo.
Esta perspectiva ha sido fácilmente aceptada como explicación de la razón por la cual los niños adoptados luego de su primer año de vida o más con frecuencia enfrentan problemas tiempo más tarde. Cuando un niño establece lazos con sus primeros cuidadores, ya sea sus parientes biológicos o padres de acogida y luego es quitado de su cuidado y ubicado en un nuevo hogar, es casi inevitable que experimentará un sentido de pérdida y hará un duelo por ellos.
Casi siempre el duelo sigue a la pérdida. Conlleva muchas manifestaciones emocionales y de comportamiento: shock, enojo, depresión, desencanto, impotencia, desesperanza. El duelo puede ser bloqueado o puede ser prolongado, pero por lo general es una respuesta normal y adaptativa a la experiencia de la pérdida.
Para aquellos niños adoptados después, la pérdida puede ser traumática y expresa, provocándole un gran stress, pero para los niños adoptados al nacer también hay una pérdida. Es menos traumática, menos expresa, pero puede moldear la personalidad entera de ese niño. Los adoptados que son entregados en sus primeros días de vida o semanas de vida hacen el duelo no sólo por los padres que nunca conocieron sino por otros aspectos de sí mismos que se han perdido a través de la adopción: la pérdida de los orígenes, de un sentido completo del self (de sí mismo), de la continuidad genealógica. Los adoptados podrían sentir también una pérdida del sentido de estabilidad de la relación con sus padres adoptivos ya que si unos padres pudieron abandonarlo podrían pensar por qué no habrían de hacerlo estos nuevos padres?
Sin embargo, la pérdida de las personas adoptadas al inicio por lo general no es grave o traumática, ni se experimenta de manera consciente hasta la edad de cinco años aprox. Emerge gradualmente, conforme se desarrolla la comprensión cognitiva del niño sobre la adopción y puede dar lugar en la niñez a cambios sutiles en el comportamiento que a primera vista no parecen tener nada que ver con la pérdida o el duelo.
A veces, el duelo pasa a ser un factor significativo en la vida de una persona adoptada; otras no. Algunos adoptados se ven abrumados por sensaciones de alienación y desconexión. Otros, por razones que aún no comprendemos en su totalidad, no tienen esos sentimientos, y por el contrario se sienten intensamente agradecidos porque sus padres adoptivos les dieron un hogar amoroso y seguro.
No podemos predecir cuál hijo adoptivo se sentirá incompleto o abandonado y cuál se sentirá afortunado, cuál elegirá enfatizar la naturaleza “perdida” de la adopción y cuál pondrá el acento sólo en lo “encontrado”. Pero podemos decir que ambos tipos de reacciones son comprensibles, comunes y usualmente parte de una adaptación saludable y que pueden existir en diferentes momentos de la vida en un mismo individuo. "
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