miércoles, 16 de enero de 2019

Nacer en la oscuridad

Alguien tendría que hacer alguna vez un estudio sobre el impacto que tiene en una persona enterarse un buen día que no es hijo de los papás que lo criaron... 
Cómo duele, más aún si se trata de un adolescente o de una persona adulta, el ocultamiento de la verdad... Es un peso difícil de sobrellevar, sobre todo si naciste en la oscuridad.
Y nacer en la oscuridad no es que no había luz, no. Es que naciste en la casa de una partera por ej., en esos consultorios clandestinos donde se hacían abortos. O en un hospital/clínica donde quien te criaría se internó para simular un parto. Donde modificaron tus datos, se cambió tu fecha de nacimiento y el lugar. Por un acuerdo con un intermediario o un médico que vendió su firma al mejor postor. En un sitio donde no te dejaron cobijarte en los brazos de tu mamá. Con el fantasma de la mentira respirándose en el aire: "fue un varón" (y en realidad fue nena) "murió al nacer" (y en realidad ya lo tengo destinado a otra pareja) "no te preocupes que sos joven mami, ya vas a tener otros" (ninguno será igual)... Sea como sea, voluntariamente o no, el vacío.  
Nacer en la oscuridad... ¿cómo fueron esos primeros minutos? ¿quién te sostuvo? ¿quién decidió la entrega? ¿por qué? 
No es algo fácil de pensar... tampoco de escribir. Casi nadie habla de estas situaciones... De lo injusto de estas situaciones. La noche cae pesada como la incertidumbre. 
Durante décadas cuando una familia recibía un bebé todo era alegría en su entorno, muy pocos cuestionaban o preguntaban cómo había llegado ese bebé. Tema tabú.
Hoy, 2019, me encuentro a diario con historias que hacen mella en el alma. Embarazos fingidos, viajes intempestivos, mudanzas, búsquedas de ese hijo recién nacido en algún barrio de la periferia... de noche para que no se note, para que nadie vea. Criaturas entregadas por la puerta de atrás. Prohibido hablar.
Nacer en la oscuridad... y aunque luego pudo haber habido amor y luz, algo de esa oscuridad permanece en la mirada de quien busca reencontrarse con su historia. La niebla que no deja ver, el duelo por lo que no fue y por lo que no se cuenta.
Secreto. Silencio. Ausencia.
Sólo la palabra honesta nos ilumina.

(imagen tomada de la web)






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